Un mantel que cae
del balcón a una rama puede considerarse
una pequeña tragedia cotidiana.
Cada cosa tiene su historia, cada objeto es
un símbolo, un modo de seguir
hablando con los muertos.
El mantel, por ejemplo, perteneció a mi abuela,
y era difícil hablar con ella. Probablemente dejé de hacerlo
incluso antes de que muriera.
Pero las cosa agitan las sensaciones
¿quién bordó la flor, el punto, la decoración tan perfecta?
Mi abuela cantaba
una vieja canción española que yo aun canto, en ratos
de aburrimiento, o mientras hago
otra cosa.
De modo que todavía hablamos, ¿no?
mientras el mantel sigue incrustado
en esa rama de la que no cae.
Pasarán día y lluvias, pasarán palomas y vientos
pasará la humedad, como la que infecta la pared,
-otra pequeña tragedia cotidiana-
la muerte de la albahaca en la maceta. Son símbolos
pero las interpretaciones las ponemos nosotros
cosiéndoles casi siempre
ribetes sentimentales en los bordes.
Bueno, no he dejado de contar con los muertos
es una vieja costumbre
aunque nada comparado
al calor de los vivos.
Mercedes Álvarez, Tandil, 1979
de La naturaleza detrás de la maceta, Liliputienses, España, 2022